Escribe: Sergio Daniel Rocamora

La cuarta entrega de una de las franquicias más importantes de DreamWorks ahora nos muestra a Po jugando de visitante: debe abandonar el ameno Valle de la Paz para enfrentar a la villana de turno en Ciudad Junípero, una suerte de microcentro porteño; gente que va y que viene en medio de estafadores y carteristas.

La rival es la Camaleona; pequeña reptil que, mediante la capacidad de transformarse en cualquier criatura, logró imponer su poderío ante criminales de primer orden y erigirse como la terminal última del delito en la city.

Pero el panda no va a actuar solo por altruismo; además de querer sanear la ciudad, va en busca de un bien preciado que le fue sustraído: el Báculo de la Sabiduría. Tras una ardua batalla contra las diversas máscaras de la Camaleona; el combate final, en un recurso ya bastante usado y casi al modo Spiderman vs Venom, será Po vs Po.

Partiendo de la base que cuatro películas sobre una misma historia es mucho, Kung Fu Panda 4 abre y cierra rápido su tramita, cumple y se exhibe casi como un desagregado de la saga. Esto lo consigue, principalmente, a través de ágiles y veloces luchas; escenas vertiginosas que pueden tener como consecuencia que las infancias no sean capaces de respetar sus asientos en las salas o de mucho menos permanecer sobre la falda de sus madres, padres, tutores o encargadas. A correr, a gritar, a bajar y subir escalones: ¡plateístas, abstenerse!